Sundance selecciona películas de la región para las secciones World Cinema y New Frontier
21 Diciembre, 2021
Publicado en Opinón
Comenzaban los años 90, tenía un guión “bueno” y su intención era filmar su primera película. Joven y audaz, le contó su idea al reconocido literato Gabriel García Márquez y él lo mandó a “rodar elegantemente”. Postuló la misma historia en otras ocasiones más y también fue rechazada hasta que, cinco años después, en 1995, pudo estrenar la película. Actualmente, “Cuestión de fe” es uno de los filmes fundamentales del cine boliviano.
Marcos Loayza conoció rápidamente el éxito de su obra, aunque también recibió el peso de las críticas. Ambas cosas marcaron una carrera que ahora comparte con dos de sus tres hijos: Alejandro y Santiago, quienes, junto a su padre, comparten la pasión por contar historias a través del cine. Tanto así que, en este momento trabajan en la nueva película del primero.
Desde muy joven, Loayza sabía cuál era su vocación. El cine siempre estuvo presente en su vida y, con el sueño de consagrarse como director, dirigió su camino hasta lograr sus cometidos.
LA LUCHA POR LA VIDA
Marcos Santiago Loayza Montoya nació en La Paz el 29 de noviembre de 1959 (59 años). Es el segundo de tres hermanos.
Tenía una infancia tranquila, igual a la de cualquier niño, hasta que, cuando apenas tenía ocho años, un auto lo atropelló y le ocasionó serias heridas en el hígado lo que lo mantuvo en el hospital por casi un año.
El incidente hizo que toda su familia se uniera aún más y el conociera el valor de la vida. Además, ese periodo fue fudamental para descubrir y fortalecer su inclinación innata hacia el arte. Todo el tiempo libre que tenía lo dedicaba a leer y dibujar.
Una vez superada esa adversidad, continuó su vida normal. Fue al colegio La Salle y Domingo Savio. Entre sus pasatiempos favoritos durante la infancia estaba ver películas.
“Recuerdo que cuando era niño iba al cine muy seguido. Prefería, en lo posible, ir solo, porque así podía poner más atención”, cuenta Marcos.
Al terminar el bachillerato, siguió los pasos de su padre y estudió Arquitectura, debido a que en ese entonces “no habían muchas opciones” y esa carrera era la que más se asemejaba a lo que él buscaba.
La lectura y escritura eran parte de su vida y el cine le parecía la mejor manera de expresarse. Con el propósito de alzar vuelo comenzó a elaborar guiones en busca de encontrar aquel relato que valga la pena ser contado.
“EL CINE ES CUESTIÓN DE FE”
Se acercaba 1992 y se conmemoraban 500 años de la conquista española. Esto generó un gran movimiento cultural de diferentes grupos que buscaban hacer algo que sirviera como forma de reinvindicación.
Una película era una gran idea y de la mano de Gabriel García Márquez se lanzó una convocatoria para poder filmar una película en cada país en Latinoamérica.
Cientos de guiones se presentaron aquella ocasión, uno de esos le pertenecía a Marcos. Al ser rechazado por el escritor colombiano el guión quedó “durmiendo” un tiempo.
La lucha de Loayza por llevar a la pantalla grande su historia no terminó ahí. En México lanzaron otra convocatoria y su relato quedó en segundo lugar. En Bolivia, el Consejo Nacional de Cine (Conacine) también pidió guiones para financiar algún empredimiento. De los 11 presentados, el de Marcos quedó en el número 10.
A pesar de eso, la motivación no se esfumó y él seguía escribiendo. “Llegó un momento en el que sabía que no podía seguir acumulando guiones, había que rodar”, cuenta.
Así que bajo la consigna: “El cine es cuestión de fe” se convocó a todos aquellos quienes tenían afición por el arte y quisieran participar de la película. De esa forma, luego de varios años de persistencia, nació “Cuestión de fe”.
En la Plaza Principal de Coroico (donde se filmó la mayor parte) se presentó la película junto al pueblo. Se vivió una verdadera algarabía aquel día.
Actualmente, esta cinta es un referente de la producción cinematográfica nacional y una muestra de la cultura popular boliviana
“Cuestión de fe” marcó no solo el éxito de un soñador, sino el comienzo de la carrera como director de cine de Loayza. “Escrito en el agua”, “Corazón de Jesús”, “Las bellas durmientes”, “El estado de las cosas” y “Averno” son parte de su creación artística.
“Todas son iguales en la medida en la tienen errores y aciertos. Las películas están envejeciendo bien, eso me gusta. Cada una tiene lo suyo”, dice el cineasta.
Marcos Loayza tiene una productora llamada Alma Films en la que trabaja junto a sus dos hijos y comparte su pasión. “Es uno de los placeres más bonitos trabajar con ellos, es lindo. Viajamos y estamos juntos”, cuenta con orgullo.
El dibujo es otra actividad que Loayza practica con frecuencia, eso le sirve para complementar su trabajo creativo en el cine, una profesión para la que tiene aún mucha energía.
“Yo creo que una historia tiene que valer mucho para que se haga una película. Tiene que tener algo que haga que trascienda muchos años. Cuando la gente se me acerca para agradecerme siento como si les hubiera dado algo. Solo por eso vale la pena hacerlo”, finaliza. l